Te recuerdo en mi cama. No como todos piensan, no. Te recuerdo dormida y sonriendo, buscando la comodidad de las almohadas y descansar unos minutos por la tarde sin que nadie molestase. Recuerdo tu respiración lenta, descansada y soñolienta, dominante.
Recuerdo despertarte a media madrugada por tu compromiso de la mañana. Recuerdo verte llegar aún dormida y tomarte el café recién llevado a la taza. Recuerdo más de lo que imaginas, pero no pasa nada, son recuerdos sin mas.
Te recuerdo mirarme con ganas de detener el tiempo sonriendo y que todo fuese eterno. Recuerdo tu cuerpo sobre el mío y tu boca perdida en mi cuello, mientras tus manos buscaban las mías y mis manos se acercaban a tu pelo. Te recuerdo tan cerca, que a veces pienso en el tacto de tu alma, de tus latidos a mi pecho y de tus gemidos hablarle a los recuerdos.
Pero no pasa nada al recordarte, no volverás con el recuerdo, si con el encuentro, inesperado de hecho, no pasa nada. Quédate con mi corazón ya no me sirve a mi, lo utilizaste en la reconstrucción del tuyo y sin mentir, ya no pretendo conseguir uno nuevo.